jueves, 21 de enero de 2016

TIERRAS RARAS: El nuevo oro minero.



En poco tiempo hablar de metales importantes ya no será equivalente a hablar de oro, plata o cobre. El reinado de los metales preciosos parece estar cediendo su lugar a una nueva generación de metales desconocidos y que fueron arrinconados hace décadas en el extremo de la tabla periódica. La razón: ahora son indispensables para que nuestro mundo siga siendo lo que ha llegado a ser, para que las nuevas tecnologías sigan desarrollándose y aun para que los países puedan asegurar su equilibrio político y militar. Nos referimos a las Tierras Raras. Estos metales tienen propiedades extraordinarias –cada día se descubren más–  que los hacen indispensables para la industria electrónica, informática, de energías renovables así como en la fabricación de armamento y material militar. Las edades de Piedra, Bronce y Hierro antiguas ahora han pasado. Las tierras raras nos dan la bienvenida, como dijo George Thomson, premio Nobel de Física en 1937, a la Edad de los Materiales y al nuevo oro del siglo XXI.

El descubrimiento de la primera tierra rara se produjo en 1787 por el lugarteniente de artillería sueco C.A. Arrhenius. El halló un feldespato en Ytterby, pequeño pueblo situado a 30 Kms de Estocolmo y lo llamó Ytterbita (Galonita, actualmente). En su composición se halló un nuevo mineral que fue bautizado como Itrio. A lo largo del siglo XIX y comienzos del XX se descubren todas las demás tierras raras. En la segunda mitad del siglo XX se logran aislar todos sus elementos a nivel industrial y se inicia su incorporación a diferentes productos comerciales.
Las aplicaciones de las tierras raras son muy amplias y aumentan constantemente. Hoy en día se usan ya para producir discos duros de ordenador, equipos de sonido, catalizadores de automóviles, pilas de combustible, imanes permanentes, teléfonos móviles inteligentes, pantallas de T.V., pantallas táctiles, turbinas eólicas, paneles solares o lámparas de bajo consumo, materiales para cerámicos, materiales ópticos, entre otros muchos objetos. Sus propiedades ópticas y magnéticas los han convertido en indispensables para la producción de casi todos los equipos modernos.

La imagen cada vez más nítida de la televisión se debe al europio. El indio, que es parte del material de la pantalla de una computadora o tableta o del teléfono celular, permite encenderlos con solo el roce de los dedos (el famoso touch screen). La información que buscamos en internet llega a nosotros gracias a que la fibra óptica por donde viaja está pavimentada con erbio.

Debido a su casi nula toxicidad las tierras raras también son ideales para la generación de pigmentos inorgánicos, ya que los actuales presentan elementos como cobalto, cadmio, cromo, plomo, etc. que traen problemas medioambientales.

Otro gran beneficio de las tierras raras es que han permitido la miniaturización de dispositivos electrónicos. Por ejemplo, hoy en día tenemos auriculares que suenan como equipos de alta fidelidad de antaño porque en su interior llevan unos diminutos y ligeros imanes de neodimio, increíblemente potentes, que han sustituido a los de ferrita, mucho más pesados.

Sus aplicaciones como láseres, por ejemplo, son muy amplias. Los láseres de tierras raras son excelentes fuentes de radiación monocromática de alta intensidad, coherencia y direccionalidad. Por ello se pueden usar en investigación (espectroscopía óptica, fusión láser, medicina, etc.), procesado de materiales (cortado, soldadura, perforado, moldeado), comunicaciones (óptica integrada, transmisión de datos a alta velocidad, comunicaciones vía satélite) y militares (detectores, blancos).
Un hecho clave para entender la actual coyuntura que plantean las tierras raras es su demanda y los recursos disponibles en el mundo. La demanda ha experimentado un crecimiento extraordinario en las últimas dos décadas, incluso durante la actual crisis económica, alcanzando incrementos de 10% al año. En especial, es la producción de dispositivos móviles la que aumenta bruscamente la demanda de metales de tierras raras: oro, antimonio, bismuto, cobalto y berilio. 
Las tierras raras no se cotizan en bolsa sino que se definen en negociaciones privadas.

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