jueves, 8 de noviembre de 2018

EL SHINCAL DEL QUIMIVIL /LA OTRA MIRADA.





CATAMARCA: CIENTÍFICOS ESCANEAN ANTIGUA CIUDAD INCA Y CREAN UN MAPA 3D


EL SHINCAL DE QUIMIVIL, UN CENTRO ADMINISTRATIVO Y CEREMONIAL DEL IMPERIO INCAICO, FUE ESCANEADO CON IMPORTANTE TECNOLOGÍA POR CIENTÍFICOS ARGENTINOS, LO CUAL PERMITIÓ DETECTAR ESTRUCTURAS NUNCA ANTES REGISTRADAS.
Con el objetivo de detectar estructuras ocultas bajo la vegetación y evaluar el avance de la erosión, científicos argentinos obtuvieron un modelo digital 3D de altísima calidad de El Shincal de Quimivil, un sitio arqueológico ubicado en Catamarca.
A través de la técnica LIDAR (Light Detection and Ranging), que consiste en la emisión de cientos de miles de rayos láser por segundo, en noviembre de 2016 se escaneó desde un avión una extensión de 5.600 hectáreas de lo que fue un importante centro administrativo y ceremonial perteneciente al imperio incaico entre fines del siglo XV y comienzos del XVI.
El estudio se concretó por medio de un convenio de colaboración entre las universidades nacionales de La Plata (UNLP) y Catamarca (UNCa), la Secretaría de Estado de Cultura de esa provincia y la empresa Consular Consultores Argentinos Asociados S.A., encargada de realizar el vuelo para escanear la zona. Además, complementaron las imágenes aéreas con un escáner láser estático para generar modelos 3D de las estructuras arqueológicas existentes. Los responsables son Reinaldo Moralejo, investigador asistente del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo (FCNyM, UNLP), y Daniel Del Cogliano, profesional principal del CONICET en la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas (FCAG, UNLP).
Una vez concretado el relevamiento propiamente dicho, con ayuda de técnicos especializados comenzaron los análisis de la nube de puntos generada por el láser, que arrojó una representación tridimensional de todo lo detectado. “Buscábamos rasgos que sobresalieran, ya fueran lineales, cuadrangulares, rectangulares, circulares, o que nos llamaran la atención según el patrón que manejábamos, y llegamos a marcar 84 sitios de interés. La mayoría eran pequeñas paredes de 20 a 50 centímetros de alto y 60 de ancho”, cuenta Moralejo.
El desafío era filtrar las plantas y árboles pero sin eliminar lo que estuviera por debajo, aunque se confundieran estructuras arqueológicas y vegetación baja”, explicó Del Cogliano. La flora de El Shincal es tupida y variada, con predominio de arbustos –el shinki, que le da el nombre el lugar– que mide de 4 a 6 metros, algarrobos y talas de hasta 14 metros.
Un lugar emblemático es un monte que se extiende por más de 300 hectáreas con vegetación densa y espinosa, donde la única forma de acceder es abriendo camino con un machetealgo poco aconsejado desde el punto de vista de la conservación, además de que no deja muchas posibilidades de realizar una prospección sistemática, señalan los especialistas.
En una semana, barrieron un radio de 3 kilómetros alrededor de la plaza central de El Shincal, una superficie de 30.625 metros cuadrados en cuyo centro se ubica la plataforma ceremonial, denominada ushnu. Divididos en dos grupos, lograron relevar exactamente 39 puntos de interés. Ya en esta instancia, la búsqueda fue mucho más precisa y orientada: además de las coordenadas cargadas en un GPS, llevaban una tablet con un programa informático que señalaba la posición marcada y todo su entorno, permitiendo elegir el mejor camino sin cortar vegetación innecesariamente.
Esa indagación en el campo arrojó algunas novedades: el 26 por ciento de los objetivos resultaron ser muros arqueológicos que no estaban registrados, y que no se hubieran detectado nunca de no ser por el escaneo. A su vez, una de las estructuras resultó muy llamativa y enigmática: una serie de líneas, algunas de las cuales entrecruzadas, y que no respondía a un patrón inca. “Al acercarnos nos encontramos con rocas alineadas en una arquitectura y disposición que a priori no se parece en nada a la de El Shincal. Sumado al hallazgo de restos de una cerámica muy particular en los alrededores, nos hace sospechar que pueda corresponder a una ocupación anterior. Es una hipótesis, y para corroborarla hará falta excavar la zona”, apunta.
Así, la técnica LIDAR se complementó con la contrastación en el campo, arrojando resultados que trascienden lo esperado, porque permitió distinguir entre los hallazgos de importancia histórica y otros como árboles caídos o elevaciones naturales sobresalientes del terreno, o montículos artificiales que datan de la década de 1980, construidos para el control de la erosión.
Sin estudiarlo de esta manera, podríamos haber considerado que todo era de interés arqueológico cuando no es así. Estamos muy contentos porque también queda en evidencia la sensibilidad de la tecnología, capaz de detectar estructuras pequeñas de 20 o 40 centímetros de altura ocultas bajo la densa vegetación”, puntualizan los especialistas.
fuente:El Federal

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