Según la denuncia, el Gobierno autorizó a la compañía Hughes a que se quede con "al menos" el 51 por ciento del Arsat 3 y también la autorizó a cambiarle el nombre.
Diego Hurtado, director del Centro de Estudios de la Ciencia y la Técnica de la Unsam, explicó que la Ley de Promoción de la Industria Satelital que el Congreso aprobó en 2015 establece “de manera muy clara” cuál debe ser la proyección de la industria satelital y cuál es el rol de la empresa Arsat. “La carta de intención que ayer se hizo pública que firmaron con la empresa norteamericana Hughes, que además tiene larga trayectoria en el sector defensa de los Estados Unidos, viene del año pasado", aclaró el investigador, que además detalló que Rodrigo De Loredo, actual presidente de Arsat, ya había anunciado un acuerdo con esta empresa.
"El acuerdo le da el negocio a la empresa Hughes, que se queda con la carga útil del satélite, es decir, todo aquello que va dentro del satélite y que se utiliza en términos tecnológicos para la prestación de los servicios de telecomunicaciones. En términos estratégicos, el negocio se le da a la empresa Hughes", explicó Hurtado. Para el investigador, el Gobierno está considerando el sector satelital “no como un sector estratégico” como así lo consideran el resto de los países. “Poner un sector estratégico en manos de una consultora norteamericana habla de la tendencia hacia este resultado", agregó el especialista.
Para Hurtado, el objetivo del Gobierno va de la mano con la desregulación en el área de las telecomunicaciones. "Claramente es una política que tiende a dejar el negocio en manos de una empresa norteamericana, que va en la misma tendencia de lo que vienen haciendo de desregular el negocio de telecomunicaciones", agregó el investigador.
"No hay nada mejor que la soberanía tecnológica para que nuestras empresas puedan hacer negocios de alto valor agregado, generar fuentes de trabajo, abrir un mundo de tecnología para nuestros ingenieros, para nuestros técnicos, para nuestros operarios, y eso significaba que en cinco o diez años, Argentina podría estar, además de prestando servicios, exportando satélites de telecomunicaciones", explicó Hurtado y finalizó: "Estados Unidos no entregaría la NASA a una empresa extranjera. Sería impensado que Alemania, Francia, EE.UU., Japón o China entregaran las comunicaciones satelitales a una empresa de otro país. Sería un escándalo"
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