viernes, 14 de julio de 2017

EN EL FONDO DE LA GRIETA.





A la espera. De que llegue el tan mentado cambio. Y de que salga el sol, literalmente, para las economías regionales, castigadas por las malas políticas, por decisiones u omisiones de los gobiernos de turno; por efectos de la coyuntura interna y externa; y por el clima, que, como en los últimos meses, descarga su furia anegando campos, echando a perder cosechas, colocando a los productores al borde del quebranto.

“La esperanza se diluye, porque la ayuda no llega, no hay rentabilidad; estamos con los mismos problemas que teníamos al 10 de diciembre y simplemente se aplican parches que no solucionan nada”, le dijo a Hoy el director ejecutivo del sector de Economías Regionales de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Pablo Vernengo.

Precisamente, un informe de la CAME alertó ayer que la crisis del sector “sigue acentuándose” y que “hay empresarios en quiebra”, por lo que se “está complicando sostener el empleo en la mayoría de las producciones agropecuarias del país”.

Allí, además de mencionar los últimos temporales, que generaron “pérdidas millonarias e irrecuperables”, agregaron como agravantes la “fuerte caída en la demanda, sobreoferta en el mercado, falta de financiamiento, excesiva presión fiscal, dificultades para colocar las manufacturas en el mundo, los mayores ingresos de mercadería importada, la multiplicación de las tarifas energéticas y las subas en los combustibles”.

Vernengo no dudó al sentenciar que la inflación los está “matando”, sobre todo desde el último aumento en la nafta, que ya acumula una suba del 31% anual: “Hay que tener en cuenta que el mayor impuesto que tienen las economías regionales es la distancia, los caminos están destruidos y llegar al mercado con productos que se encuentran a más de 10 mil Km es todo un costo”, aseveró.

Campos minados

Si el especialista generalizó y habló de “economías regionales” es porque la situación se repite en la mayoría de las actividades y provincias. Los campos están “minados” de problemas, afirmó y enumeró que la crisis se extiende a Corrientes con los cítricos; Misiones con la yerba; el Alto Valle rionegrino con las peras y manzanas; Mendoza con la vitivinicultura; Tucumán con los cañeros; o la región pampeana con la lechería, cuya situación quedó expuesta la semana pasada, cuando en Santa Fe se regalaron 10 mil litros de leche.
En todas, se reitera la escasa incidencia del productor en el precio de góndola. “Un caso evidente es el de la leche, donde el tambero tiene una participación del 15%, cuando históricamente era del 31%. El productor trabaja por debajo de sus costos: recibe alrededor de $2,60 por litro, pero gasta más de $4”, detalló el referente de la CAME, y criticó que el gobierno trate de paliar la situación “con subsidios que no alcanzan” o que, aunque se hayan quitado las retenciones, se sostenga “la alta presión tributaria”.

Por esto, desde la CAME le reclamaron al ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, entre otras “medidas urgentes, la reducción impositiva; un Plan Nacional de Reparación de Rutas y Caminos, Ferrocarriles e Hidrovía; subsidios al combustible”; y Vernengo pidió que, “en definitiva, se atienda a quienes dan mano de obra intensiva, que son las economías regionales”.

Un “racimo” de problemas

Cada fruta es un mundo. Y el complejo vitivinícola, ese mercado cuya materia prima son las uvas no logra levantarse de las cenizas en que lo sumergieron las malas políticas K. Así, la última vendimia pasará a la historia como una de las peores de las últimas diez temporadas: la merma de rendimiento, la falta de quintales, la cosecha pobre, entre otros etcéteras agravados por las inclemencias climáticas, sumergió el potencial de Mendoza, que perdió más del 50% de la última cosecha.

En este contexto, mientras la mano del Estado sigue brillando por su ausencia y la coyuntura actual dificulta todo, el empresario vitivinícola Carlos Iannizzotto trazó su diagnóstico a Hoy: “La inflación, la suba en los precios complican a las pequeñas propiedades y a muchas familias. Desde hace 10 años hay una pulsión, un goteo que se nota cada vez más en nuestras propiedades con menos trabajo y con un recurso humano más envejecido, ya que los jóvenes emigran porque no ven futuro”.

“El productor es el que más sufre”


Por Egidio Mailland (Presidente de Coninagro)

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