La raza de Lidia está formada actualmente por cinco castas fundacionales (Gallardo, Vazqueña, Cabrera y Vistahermosa) y cerca de 20 subpoblaciones o encastes dentro de éstas. Los toros pertenecientes a cada una de estas castas fundacionales y a los encastes poseen, además de un constitución genética única, un patrón morfológico y temperamental propio, que hace inconfundibles a los toros de cada una de estas subpoblaciones. Teniendo en cuenta estas peculiaridades, y tras realizar una comparación genética con 47 razas bovinas europeas, africanas y españolas, un estudio de la Universidad de Sevilla, junto con el Departamento de Genética de la Universidad de Córdoba y el Departamento de Investigación del SERIDA (Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario) de Asturias, pone de manifiesto que la información genética que aporta el toro de Lidia, a través del cromosoma Y, hace única a esta raza en el mundo.
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El toro de Lidia, independientemente de las connotaciones etico-culturales que lleva asociadas, ocupa un lugar destacado en el ecosistema de la dehesa, contribuyendo junto con el cerdo ibérico y otras razas autóctonas, decididamente a su mantenimiento. De la misma forma, esta raza viene conservando en gran medida el sistema productivo tradicional que tenía en los últimos siglos. A lo largo de su historia ha venido diferenciándose del vacuno de carne por su selección, en función de caracteres temperamentales de su comportamiento, independientemente de su tipo zootécnico (morfológico). Así, además de los caracteres morfológicos comunes en la raza de Lidia, presentan gran diversidad de caracteres étnicos (tamaño, encornadura, capa etc.) en función del encaste del que deriven.
La raza de Lidia está formada actualmente por cinco castas fundacionales (Gallardo, Vazqueña, Cabrera y Vistahermosa) y cerca de 20 subpoblaciones o encastes dentro de éstas. Los toros pertenecientes a cada una de estas castas fundacionales y a los encastes poseen, además de un constitución genética única, un patrón morfológico y temperamental propio, que hace inconfundibles a los toros de cada una de estas subpoblaciones.
Teniendo en cuenta estas peculiaridades, y tras realizar una comparación genética con 47 razas bovinas europeas, africanas y españolas, un estudio de la Universidad de Sevilla, junto con el Departamento de Genética de la Universidad de Córdoba y el Departamento de Investigación del SERIDA (Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario) de Asturias, pone de manifiesto que la información genética que aporta el toro de Lidia, a través del cromosoma Y, hace única a esta raza en el mundo.
En esta investigación, que ha publicado la revista científica Animal Genetics, se ha estudiado 38 haplotipos (combinación de alelos en lugares adyacentes en un cromosoma que se heredan juntos) diferentes del cromosoma Y de 1.300 animales, con el objetivo de ver la contribución genética de la raza de Lidia al patrimonio genético del bovino, así como establecer medidas para su conservación y mejora genética.
“Según nuestros resultados se pueden encontrar grandes diferencias genéticas entre las distintas castas y encastes del toro de Lidia, incluso a veces más que las existentes entre distintas razas bovinas, por lo que la población de Lidia debería ser considerada como una Agrupación Racial, más que como una única raza”, explica Rocío Pelayo, miembro del Grupo de Investigación en Nuevas Tecnologías de Mejora Animal y de Sus Sistemas Productivos de la Universidad de Sevilla (Grupo MERAGEM) y autora de este estudio, quien concreta que la casta Navarra, Gallardo (encaste Pablo Romero) y Cabrera (encaste Miura), además del encaste Albaserrada (Casta Vistahermosa) no se asemejan a ninguna raza estudiada hasta el momento, por presentar haplotipos únicos en el mundo”.
“Hay que hacer grandes esfuerzos para que se conserve este patrimonio único que se encuentra en peligro de extinción y del que ya se han perdido algunas castas en España”, defiende la investigadora Pelayo, y que “en el toro de Lidia, el encaste debería ser la unidad de trabajo a la hora de la conservación genética y de preservar el acervo genético único evidenciado en este trabajo”.
Este proyecto de investigación cuenta con la colaboración de la Agrupación Española de Ganaderos de Reses Bravas (AEGRB), y de otras Asociaciones de ganaderos de razas autóctonas y locales bovinas. Fuente: Universidad de Sevilla
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