lunes, 17 de abril de 2017

LA GRIETA DEL MALBEC.






La grieta que separa al Malbec: ¿de zona fría o cálida?


Que el Malbec ofrece en argentina un panorama diverso es difícil de negar. Hay muchos terruños, diversos tipos de suelos y configuraciones específicas de terroir que alientan al consumidor a buscar dentro de su variedad favorita la multiplicidad de sabores que ofrece el mundo del vino.

Pero como en todo laberinto, hallar la puerta indicada es un desafío. Y mientras cada bodega puja por hacer del suyo el vino diferente, por construir el argumento más convincente y por ofrecer el alfa y el omega en materia de Malbec, una cosa va quedando clara: los consumidores, salvo los más avezados, se pierden en el laberinto.

Hay una manera, sin embargo, de agruparlos para que sea simple. Y, muy a la argentina, muy a la forma nuestra de ser camiseteros –Boca vs. River, peronistas y antiperonistas, medialunas de grasa o de manteca– también en el Malbec se establece una grieta que divide el mundo de los tintos. Por suerte para los bebedores, y por los mismos motivos que en otros ámbitos, esa grieta ubica fácilmente a las facciones aunque esconde algunas de las sutilezas.

La grieta es térmica
Lo que alimenta la división en el universo del Malbec es la temperatura de los terruños. Algo, claro, que el consumidor no sabe a menos que esté ligeramente informado. Porque en nuestro medio existen Malbec de zonas frías y Malbec de zonas cálidas. Es verdad que hay otros más templados, pero para poder entender la diferencia hay que tensar de la cuerda.

La razón es simple: la variedad se ha demostrado muy sensible, en términos de gusto y complexión de vino, a cambios de temperatura entre regiones. Es decir, por ejemplo, que entre una zona como el alto Valle de Uco –a unos 1450 metros sobre el mar– y una zona como Maipú –a 800 metros de máxima– el vino resultante será completamente diferente. Y si la altura es un índice, en rigor, lo que nos dice es que allá arriba hace más frío que allá abajo.

Ergo, la gran división no es la altura, sino la temperatura de cada región. Recordemos un viejo adagio: en un punto del mapa, por cada 150 metros lineales de ascenso, la temperatura descenderá 1ºC. Si la diferencia es de 600 metros de altura, hay 4ºC de salto. Y eso hace la diferencia. ¿Por qué?

Malbec de zona fría

Los Malbec de zonas frías, por estar sujetos a una condición de estrés, donde la planta trabaja menos horas porque su metabolismo precisa del calor para producir todos los compuestos que hacen rico al vino, ofrece un tipo de Malbec particular. ¿Cómo son? De aromática frutal y herbal –por ejemplo, recuerdan a hierbas de campo, además de las ciruelas–,lo más importante se percibe en el paladar: flacos, de taninos firmes y frescura elevada.

Si el rasgo es exagerado, es decir, si provienen de una zona muy fría, por arriba de los 2500 metros en Salta o 1300 metros en Mendoza o cerca del océano o muy al sur, se intensifica el carácter nervioso y, que resulte o no un gran vino, dependerá especialmente de haber hallado el suelo justo para que la biología de la planta gane esos grados que pierde en clima. Por ejemplo: que el suelo no retenga agua, que se caliente rápido, que ofrezca menos nutrientes. Y así.

El truco es que hoy hay unas 15 mil hectáreas en este tipo de climas.

Malbec de zona caliente

En contrapartida, los Malbec de zonas templadas a calientes, ofrecen un perfil distinto. La razón hay que buscarla en que, durante el período de crecimiento de las uvas, las plantas están sometidas a temperaturas elevadas y el metabolismo de la vid produce gran cantidad de sustancias con amabilidad, con menos influencia del suelo. ¿Cómo son? De aromática frutal y especiada, que recuerda a mermelada de ciruelas o chutneys, al paladar son amplios, voluminosos y con taninos mullidos.

El asunto está en que este tipo de Malbec es el que dominó la góndola desde la década de 1990, potenciado por un trabajo de madurez tardía. Luján de Cuyo, Maipú, El Chañar, Cafayate, por ejemplo, son las zonas de este tipo. Y es, de paso, el modelo de Malbec que le dio fama en el mundo. Para que nos quede claro, hoy representa unas 25 mil hectáreas. Es decir, 2 de cada 3 hectáreas. Traducido en gusto, resulta el trazo dominante.

¿Significa esto que no hay espacio en la grieta para otros vinos? Falso. Los hay. Pero si organizamos la góndola para que el consumidor entienda qué clase de Malbec beberá cuando compra, es clave tener esta grieta en la cabeza. Con matices, entenderá cada uno de los vinos que beba.

El rol de la madera

De zonas frías o calientes, es decir, apretados o amplios, jugoso o mullidos, el roble ocupa el mismo lugar en ambas regiones. Para comprar vinos que tengan ese trazo, lo idea es buscar etiquetas que digan Roble, Reserva o Gran Reserva. Y así, al modelo de vino a cada lado de la grieta del Malbec, se le puede sumar un matiz extra para comprar la botella que pide la boca

Fuente:Vinomanos.

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