viernes, 24 de abril de 2015

Qué están haciendo en el norte




El intercambio de información con grupos de interés de otras naciones de base agrícola es vital para visualizar los componentes más sólidos y los más débiles a partir de los cuales se construye la competitividad del agro argentino.

En ese marco, un grupo de asesores CREA de las zonas Litoral Sur, Mar y Sierras, Norte y Centro de Santa Fe visitó recientemente a farmers, investigadores y empresarios agropecuarios que trabajan en el corazón agrícola de EE.UU. (el Midwest) y una de las principales regiones lecheras (Dairy Land).

Agricultura
Los asesores CREA visitaron un campo en la zona de Johnston (Iowa) con 1400 hectáreas propias en las que residen (y trabajan) cinco personas. Alrededor del 20% del área cuenta con un sistema de drenaje integrado por caños cribados enterrados a un metro de profundidad. Disponen de dos sembradoras neumáticas: una para soja (de 30 surcos a 38 centímetros) y otra para maíz (esta última cuenta con dispositivo para realizar fertilización líquida como arrancador).

El sistema productivo es el habitual en la zona: cosecha de soja y maíz entre octubre y noviembre. En diciembre empieza a nevar alternativamente hasta el mes de abril. En el área destinada a maíz, se aplica fertilizante nitrogenado, y una semana después pasan una rastra rotativa para realizar una remoción superficial. En mayo siembran híbridos a 76 centímetros entre líneas, buscando lograr de 85.000 a 90.000 plantas por hectárea. Aplican fertilizante líquido para suministrar al cultivo fósforo, nitrógeno y zinc. Usan glifosato con residual u hormonal (en preemergenvia o posemergencia).

La superficie destinada a soja no suele recibir fertilización. En este caso, roturan con arado de cinceles entre abril y mayo. Apenas un 20% del área se produce con siembra directa; realizan un barbecho muy corto en abril con glifosato, atrazina y un producto hormonal. Los rindes promedio se ubican en 35 qq/ha de soja y 100 qq/ha de maíz.

Un tercio de la cosecha se almacena en silos propios, mientras que el volumen restante se entrega en acopios cercanos. En el campo cuentan con dos cosechadoras axiales de 35 pies (una de las cuales es operada por una mujer). Cada equipo cosecha apenas unas 800 hectáreas por año. Para renovar la maquinaria, recurren a créditos a cinco años con una tasa de interés del 2,5% anual. Todos los miembros de la familia trabajan en el establecimiento: no tienen empleados.

A diferencia de lo que ocurre en la Argentina, el mercado de alquileres agrícolas en EE. UU. es netamente regional: se trata de farmers que alquilan campos a gente de la zona (por lo general, son establecimientos que quedan libres porque los propietarios que se hacían cargo mueren y sus descendientes no quieren seguir con la actividad).

En el presente año, el costo de implantación del maíz, incluyendo alquiler, ronda los 1750 dólares por hectárea, mientras que en el caso de soja es de unos 1250 dólares por hectárea.

En el Medio Oeste de EE. UU. no se registra un adecuado recambio generacional: la edad promedio del farmer es de 57 años (y va en aumento). En la Argentina, en cambio, es de 47 años y viene decreciendo en los últimos años.

Para algunas compañías proveedoras de insumos y maquinarias, ese fenómeno es –al menos en el corto plazo– favorable, dado que los farmers de edad avanzada suelen decidir compras por fidelidad a una marca.

Los farmers tienen una altísima capacidad de trabajo, debido al hecho de que la mayoría cuenta con maquinaria propia adquirida con financiación muy accesible (con tasas fuertemente subsidiadas por programas estatales). En apenas una semana pueden sembrar la mitad del área maicera estadounidense a nivel nacional.

Los farmers cuentan con numerosos programas del USDA orientados a asegurar ingresos mínimos en caso de desastre climático (como el ocurrido en 2012) o de condiciones comerciales adversas (como la caída de precios registrada en los últimos meses). En los últimos años, la tendencia es subsidiar las primas de seguros multirriesgo para promover el uso de esa herramienta entre los productores agropecuarios.

En algunos sectores agrícolas del Midwest, los problemas de malezas resistentes a glifosato son un verdadero dolor de cabeza. A partir de 2015 comenzarán a ingresar al mercado estadounidense nuevos eventos orientados a relevar la tecnología RR. Se trata de eventos de soja y maíz –desarrollados por diferentes compañías– que cuentan con tolerancia a los herbicidas 2,4 D, Dicamba, mesotriona e isoxaflutol. Además, se intensificará la comercialización de variedades de soja con atributos especiales, tales como alto contenido de ácido oleico, que se venden en el marco de acuerdos de identidad preservada.

Lechería
La región comprendida entre el sudeste de Minnesota, oeste de Wisconsin, noreste de Iowa y extremo noroeste de Illinois es conocida como Dairy Land al tratarse de una zona con una importante presencia de empresas lecheras. Allí predominan las explotaciones familiares –a diferencia de California, donde se concentran megatambos operados por inmigrantes– con un manejo sustentado en la producción propia de heno, grano y silo de maíz.

En dicha zona, los asesores visitaron Land O’Lakes Inc., la cooperativa agropecuaria más importante de la región, que, además de vender la mayor parte de los insumos a sus asociados, brinda servicios profesionales, realiza trabajos de extensión y participa a los productores lecheros de las utilidades generadas.

Los asesores CREA visitaron un tambo familiar administrado por dos hermanos que cuenta con unas 1500 vacas en ordeño estabuladas en cuatro galpones. La unidad de ordeño es un “tambo calesita” de 48 bajadas. También tienen 150 vacas secas y alrededor de 1700 cabezas de recría.

Producen casi un 85% del alimento que consumen en 480 hectáreas de pasturas naturales (donde normalmente manejan la recría); 340 hectáreas de pasturas de alfalfa para heno y silo, y 860 hectáreas para silaje de maíz. En los últimos meses, los precios recibidos se ubicaron en un rango de 0,45 a 0,50 U$S/litro; se trata de valores muy altos en términos históricos, los cuales, en buena medida, se fundamentan en el alza de los precios internacionales de los lácteos.

Están detectando celo con collares detectores de movimiento y, según comentaron los tamberos, lograron buenos resultados con esos dispositivos: un 75% de detección de celos en otoño y primavera (períodos de menor estrés para las vacas).

En el tambo trabajan en total 43 personas que realizan tres turnos de ocho horas cada uno. El salario bruto de un operario promedio es de unos 35.000 dólares al año.

En pasturas de alfalfa, producen unas 12 toneladas de materia seca por hectárea y por año, mientras que en silaje de maíz, la productividad es de 54 toneladas de materia verde por hectárea y por año. Parte de la fertilización, orientada a la reposición de nutrientes, la realizan por medio de la distribución de efluentes.

Las vacas lecheras reciben una ración integrada por silaje y grano de maíz, heno de alfalfa, expeller de soja, semilla de algodón, silo de alfalfa y silo de mazorca de maíz (earlage).

En EE.UU. ya se encuentran disponibles comercialmente cultivares de alfalfa tolerantes a glifosato (RR) con baja lignina (no disponibles aún en el mercado argentino). La lignina es un compuesto vegetal de baja calidad que limita la tasa y el grado de digestibilidad de la fibra del forraje. Además, algunas empresas están desarrollando variedades de alfalfa adaptadas a ambientes marginales (salinidad y deficiencia de nutrientes).

Fuente ; acrea.org.ar.

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