sábado, 29 de agosto de 2015

INTERESANTE :El extraño gusto de las lechuzas.



Ante el asombro de los investigadores, estas aves se quedaron en su hábitat pese a que disminuyó su fuente de alimento, que eran ratones. Hoy consumen más ranas y sapos.

(SLT-FAUBA) Los cambios producidos en la agricultura argentina durante las últimas décadas siguen generando novedades y, en ocasiones, sorpresas. Este es el caso de las lechuzas de los campanarios que, ante el asombro de los investigadores, comenzaron a ingerir una mayor proporción de ranas y sapos ante la disminución de roedores, que siempre constituyeron sus presas preferidas y casi la totalidad del alimento que cazaban por instinto.

Sucede que con la intensificación de la agricultura y el desplazamiento de la ganadería en la Región Pampeana también desaparecieron gran parte de los alambrados de los campos, que representaban un hábitat propicio para el refugio y el alimento de roedores y de otras especies silvestres (como polinizadores y artrópodos, mulitas, comadrejas y cuises). Los ratones tuvieron que buscar otros hábitats donde sobrevivir, y las lechuzas, ante la disminución abrupta de su principal fuente de nutrientes, curiosamente no corrieron tras ellos, sino que se quedaron en el ambiente perturbado y buscaron otras presas alternativas.
“Esperábamos que la lechuza se extinguiera localmente o migrara hacia lugares en donde encontrara ratones. Pero ninguna de estas cosas sucedió. La población de lechuzas siguió permaneciendo en los números esperables”, comentó Karina Hodara, bióloga e investigadora del departamento de Métodos Cuantitativos y Sistemas de Información de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), quien estuvo a cargo del estudio.

Y subrayó que el dato asombroso es cómo lograron adaptarse estas aves para continuar viviendo en el lugar: “Detectamos que cambiaron la dieta, en cantidad y en calidad. Empezaron a comer otra cosa, que ya no son roedores sino ranas y sapos, y en más cantidad, porque las lechuzas necesitan comer más anfibios para poder satisfacer sus necesidades nutricionales que alcanzaban con una cantidad menor de roedores consumidos”.
Lo cierto es que las lechuzas siempre se alimentaron de roedores y pequeños mamíferos en una proporción alta. Es su instinto. Según la estación del año, los ratones representaban entre el 80 y el 95% de su alimento. Pero ahora las ranas y los sapos ya componen casi el 40% de la dieta de estas aves.

“Es muy llamativo cómo un predador tan especializado en roedores como la lechuza de los campanarios, cambió su imagen de búsqueda y empezó a localizar y cazar otros animales, en esta caso anfibios”, dijo Hodara. Y añadió: “Se sabe poco de otros vertebrados terrestres (como zorros, gatos salvajes o comadrejas, que también son predadores potenciales de roedores) que hayan cambiado sus dietas de esta manera. Por el contrario, se conoce que esos animales disminuyeron sus números poblacionales ante la desaparición de sus fuentes alimenticias, que es lo que esperábamos que pasara con la lechuza cuando iniciamos las investigaciones”.

Además de Hodara, el equipo de investigadores de la FAUBA también estuvo compuesto por Santiago Poggio, de la cátedra de Cultivos Industriales; Fernando Biganzoli, de Métodos Cuantitativos, y los tesistas de la carrera de Ciencias Ambientales Félix Montovio y Micaela Smolny. Los estudios fueron realizados en un establecimiento agrícola-experimental de la UBA ubicado en el partido de Carlos Casares, provincia de Buenos Aires, donde analizaron los bolos de regurgitación de lechuzas y hallaron una disminución inesperada en la proporción de huesos de roedores.

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