Luego de invertir en los últimos años más de 30 millones de pesos, el Ministerio de Agroindustria decidió disolver dos programas de fomento a la ganadería creado en tiempos de los Kirchner, que no ofrecieron más que dudosos resultados. Uno de ellos promocionaba el uso del DIUB (Dispositivo Intrauterino Bovino) en las vacas. El otro apuntaló una vacuna contra una enfermedad conocida como "tristeza bovina".
Las dos iniciativas fueron interrumpidas de modo diplomático por resoluciones firmadas por el ministro Ricardo Buryaile y publicadas este jueves en el Boletín Oficial. Ambas habían nacido en 2013, durante la gestión del chubutense Norberto Yauhar como ministro. Su secretario de Ganadería era Alejandro Lotti.
Por un lado, la nueva gestión dio de baja el Programa Nacional de Promoción del Dispositivo Intrauterino Bovino (DIUB). Se trata de un invento tan argentino como el dulce de leche. Hace más de 20 años un veterinario de Pergamino, Enrique Turín, lo desarrolló con la premisa de que se debía usar un anticonceptivo en las vacas que salían de la producción, para evitar que puedan llegar preñadas al matadero. Según su explicación, esto sucedía en 20 a 25% de los casos. Y como los fetos competían por los nutrientes con su madre, la producción de carne se resentía entre 4 y 6%.
En total, el Estado argentino invirtió 6 millones de pesos para promover esta técnica en las regiones ganaderas, aunque no se presentaron informes de evaluación de los resultados de esta estrategia. Como la fábrica de Turín es la única en todo el páis, no hubo licitación sino contrataciones directas. En total se compraron 400.000 DIUB (a un valor aproximado de 10 pesos por dispositivo) y se pagaron salarios a 500 aplicadores.
En otra resolución, Agroindustria canceló el Programa Nacional de Prevención de la Tristeza Bovina, que costó la suma exacta de 25.491.037,03 pesos y consistió en la difusión de la única vacuna que existe en el país para enfrentar el "complejo tristeza bovina" (CTB). Según explica el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), son en realidad dos enfermedades (babesiosis y anaplasmosis bovina) que -juntas o separadas- son transmitidas a los bovinos por garrapatas e insectos. Atacan en las provincias del Norte y pueden producir desde mortandad de animales y abortos a una disminución de los índices productivos.
También aquí hubo compras directas sin licitación, porque a pesar de que la vacuna disponible (se llama BIO JA JA) fue desarrollada por el INTA, su fabricación se cedió a un solo laboratorio, el chaqueño Litoral Biológicos de un ex ministro de Educación del menemismo llamado Manuel García Solá. Entre 2013 y 2014 se compraron en total unas 420 mil dosis de la vacuna.
Ambos programas ganaderos ya habían sido discontinuados en 2015, cuando los problemas presupuestarios comenzaron a jaquear al gobierno de Cristina Kirchner. De forma, ahora es la gestión macrista la que decidió darlos de baja, evaluando que "se ha cumplido con el objetivo de promocionar y/o imponer nuevas tecnologías sanitarias" y que ahora deben ser los productores los que decidan utilizarlas si las consideran convenientes.
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